En 2008 cuando se produjo el estallido de la burbuja
financiero-inmobiliaria, cerraron miles de empresas y se arrojaron a millones
de españoles al paro, lo cual significaba que miles de empresas dejaban de
tributar, y lo mismo millones de trabajadores de los cuales el gobierno además
tenía que darles la correspondiente prestación o subsidio de desempleo que les
tocaba a cada uno según tiempo trabajado. A ese añadido, Zapatero lanzó un carísimo
y fallido "Plan de Estímulo a la Economía y al Empleo" (el famoso
plan Ñ, con la "ñ" de España). España no tardó en endeudarse y
quedarse sin fuentes de ingresos, lo cual se adentró hacia la ruina, y con la
desesperación de buena parte de los españoles, Zapatero acabaría perdiendo unas
elecciones que había adelantado por verse sobrepasado por la situación, para
ganarlas su rival Mariano Rajoy con mayoría absoluta.
¿Y qué le pasó a Mariano Rajoy?. Pues que se encontró con la
caja pública vacía, y además endeudados hasta las cejas. ¿Las soluciones a las
que tuvo que recurrir?, las conocemos todos, y fueron bastante impopulares: su
gestión se basó en una subida continuada de impuestos , y recortes por todos
los lados. Y aún así pudo ahorrarse el rescate europeo, que a la larga nos
hubiera salido muchísimo más caro.
Ahora todos los políticos se ponen a gastar en movilizar
recursos y dar unas ayudas para todos que no tenemos, y de las cuales no nos
explican ni nos aclaran de dónde va a salir el dinero para financiar todo esto.
Se están gastando dinero en pagar sanitarios y material sanitario, en pagar
ERE's y ERTE's, en pagar "permisos retribuidos", en pagar alquileres
a los deudores, en dar tickets-comedor o tickets-supermercado a la inmigración,
en dar compensaciones económicas a los autónomos, en abrir líneas de crédito
con el aval del gobierno y casi sin intereses, etc...., y todo esto lo hacen
con la actividad económica paralizada que no genera ni ingresos ni capacidad
para pagar tributos y cotizaciones, con la hucha de la Seguridad Social prácticamente
vacía, ya de por sí teniendo al Estado y al resto de las Autonomías fuertemente
endeudados, y con los presupuestos sin aprobar todavía (no olvidemos que siguen
prorrogados por repetidas veces los mismos presupuestos de Mariano Rajoy)
aparte de algunas otras autonomías que tampoco tienen los presupuestos
aprobados como el caso de la catalana. Y por si esto fuera poco, cuando se
levante el Estado de Alarma, la cantidad de empresas que van a cerrar, y la
cantidad de gente que nuevamente será arrojada al desempleo con todos los
gastos de más que habrán que suponer para el Estado.
En consecuencia, si ya sabemos por experiencia cómo se hizo
frente a la crisis de hace once o doce años, con fuertes subidas de impuestos y
recortes en los servicios públicos por todos los lados, imaginaos ahora lo que
van a tener que hacer para hacer frente a la actual crisis (que ya es
consecuencia de la anterior, con secuelas y de la cual todavía no nos habíamos
recuperado y con muchas empresas y familias al límite), y con el añadido
provocado ahora por el COVID-19 y todos los daños colaterales que le acompañan.
Que nadie se engañe: no hay nada gratis. El gobierno,
gobierna porque tiene el poder, pero en muchos casos no arregla las cosas (y
menos si tenemos unos dirigentes incompetentes e irresponsables) y además lo
complican. El palo que vamos a recibir todos va a ser terrible, y de hecho
muchos ya están empezando a recibirlo.
Supongo que tiempo habrá para ver lo que se pudo hacer y lo
que no se hizo, qué políticas eran correctas y cuáles no. Y si se animan a
hacer las cosas bien, tiempo, también, para eliminar miles de cargos políticos
innecesarios, así como millones de puestos de funcionarios que no sirven para
nada; de eliminar y devolver a sus países de origen a toda esta inmigración que
no nos aporta nada positivo; de volver a los valores del patriotismo, la
libertad y del esfuerzo para hacer una nación prospera y de la que nos sintamos
orgullosos. Eso significa aplicar la vieja receta que nunca falla: dejar que
todo el mundo pueda trabajar libremente, y que la cosa pública no se quede con
el esfuerzo de su trabajo por medio de los tributos y con ello quitándole al
ciudadano la libertad con ese expolio que desincentiva a cualquiera de trabajar
y emprender. No existe otra receta que no sea la de trabajar, y todo lo que
suponga poner trabas al trabajo es malo para un país, además que lleva hacia
una crónica pobreza en la que las injusticias y la falta de libertades ya se van formando por sí solas.
El tiempo nos mostrará hacia dónde vamos y qué país queremos.