Elegante y cuidadoso, y al mismo tiempo patético y ridículo discurso de Su Majestad Felipe VI para hacer el paripé en la reciente edición de los “Premios Princesa de Asturias”, que más bien deberían de llamarse “premios a las nulidades, gilipolleces y las inútiles mediocridades”, que ni tan siquiera merecen premios algunos que nos habrán costado lo nuestro a los contribuyentes tirando ese dinero ( aparte los particulares que aportan dinero para ese premio). Y es que el mundo necesita premios o medallas, con las que fabricar prestigio, reconocimiento, o simplemente pagar, aunque sea de forma artificial y así dar importancia a algunos personajes que ni siquiera la tienen ni la merecen, ni aportan nada de relevante ni excelente.
Se premia, entre otras estupideces:
1.- Un arte que más que arte es simplemente asquerosa guarreria, con solo observarlo.
2.- Una supuesta igualdad de género que en realidad acaba provocando mayor desigualdad de género al no reconocer que hombres y mujeres somos iguales en vez de que las mujeres han de estar por encima de los hombres en cuanto a derechos.
3.- Los hechos de una negra africana que a través de su ONG regada con millones de la ONU pretende por la educación de las niñas o mujeres africanas, obviando que en aquellos países son culturas y credos muy cerrados y retrasados ( que ya de por si y por inercia propia impiden cualquier ecuación adecuada), y cuando ni siquiera en España tenemos un sistema educativo abierto y libre con el que poder dar ejemplo, y que es más de imposición adoctrinaria
4.- Unos personajes que se lucran con ONG’s generosamente regadas con dinero de nuestros impuestos trayendo desgraciados y con ello dejando más desgracias en los lugares donde los dejan cuando buena parte de la población nacional todavía no tiene cubiertas sus necesidades básicas de un modo digno y decente.
5.- Desconocidos inventores de la vacuna covidiana cuando en realidad no ha habido un auténtico debate médico-científico e incluso con lo político y lo de jurisprudencia que estuviera relacionado con ello y que fuera además de forma abierta, libre, e incluso democrática. Aparte tampoco existen garantías de que ese invento de vacuna covidiana fuera algo seguro, y además sin conocer los efectos a medio y largo plazo ( que aparte los efectos inmediatos ya se han probado y han resultado nefastos en todos los sentidos). Y por si fuera poco, los gobiernos globalistas que imponen esa vacuna, ni siquiera se han responsabilizado de cualquiera de sus efectos que pudieran ocurrir entre los ciudadanos, cuando muchísimos médicos y científicos de reconocido prestigio lo han desaconsejado encarecidamente ( y se les ha censurado, e incluso defenestrado por ello).
6.- Un sociólogo-filósofo que no tiene idea de que las desigualdades, la discriminación, y la insolidaridad no se arregla así como así haciendo el puro teatro del falso papel caritativo, sino dando trabajo y oportunidades de realizarse a la gente para que puedan prosperar por sí mismas y aprendiendo a vivir en libertad.
7.- Algún escritor que nadie lee ni se sabe de él, cuando en España tenemos a Santiago Postiguillo que ha cautivado y enganchado a millones de electores, y no se le reconoce para el más prestigioso premio nacional –el de Princesa de Asturias-, quizás por ser el nuestro el país de las envidias donde no reconocemos las excelencias de nuestros propios compatriotas ( y eso de que por lo menos ganó el Planeta, un premio mucho más comercial, y lo acaban de fichar en una editorial alemana porque se supone que saben apostar por escritores que realmente demuestran lo que valen en cuanto aportan de lectores a los que les agrada y el rentable negocio que supone publicar las obras de un buen y excelente escritor).
8.- Una nadadora discapacitada, que quizás por sus limitaciones, merecía el premio, aunque haya sido compitiendo con otros nadadores con discapacidades difíciles de evaluar y poner en su sitio como para medir el verdadero mérito y esfuerzo de cada uno, lo cual tampoco deja muy claro si era merecedora de ese premio en detrenimiento de los otros supuestos campeones discapacitados.
En fin, alguna cosa se me habrá escapado, pero en todo lo dicho por su Majestad, nada relevante. Además en un teatro a donde a todos se les han tomado por tontos obligándoles a soportar una insana mascarilla, con todo lo que supone de farsa en todo ese montaje de la pandemia covidiana que al final solo ha acabado por ser apta para covidiotas que con la mascarilla ya lo demuestran por sí solo ( dejando aparte las obligaciones de protocolo).
Me temo que en realidad Nuestro Rey ha tenido que ejercer de alguna manera de “maestro de ceremonias” de la llamada agenda 2030 que nos quieren imponer la oscura, opaca, intrigante y siniestra elite globalista del llamado “Club Bilderberg” que tienen dominado a buena parte del mundo, y que se basa en esclavizar a la población, privándoles de derechos, libertades, y de no poder acceder a una vida mejor con la que realizarse, para imponerles una dictadura a sus conveniencias de cada momento, y que es algo que no puede ser inherente en todo ser humano que sea inherente a la libertad, a la educación, y a la senda de lo civilizado. Lo que evidencia otra manera más de los tiempos confusos en los que estamos pasando, y de los que ni se escapa la Familia Real Española, pese a su alto nivel de preparación, y al patético papel que al parecer son obligados a ejercer con la sombra de la agenda 2030 que les envuelve.
Majestad, los premios para cada personaje solo pueden basarse y valerse en los méritos y esfuerzos propios. Existe mucha gente anónima, cada uno luchando por su causa e interés, y que pone tremendos esfuerzos en ello, ganándose por sí mismos los méritos, que igualmente sabrían salir adelante ( puesto que no les quedaría otro remedio) aún si ni tan siquiera hubieran esos premios Principado de Asturias, que al paso que se ve cómo van, ni falta hacen porque no solo han acabado siendo de un espantoso y hasta casi repugnante ridículo, sino además por todo lo que se ahorra en dinero de los contribuyentes tirados en inútiles ceremonias y premiando a personajes que en realidad han demostrado ser nulidades o mediocridades de poca monta.
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