El de esta Navidad de 2022 me ha parecido un mensaje totalmente globalista y comprometido con los preceptos de la Agenda 2030, las pautas de la vacunación covidiana, el cambio climático, y el objetivo de digitalización de toda la sociedad, que nos lleva a todos los ciudadanos a la esclavización, pérdida de libertades, y limitaciones en los derechos y el acceso o tenencia de propiedad, y con ello también a la pobreza y la injusticia que derivan de la falta de iniciativa individual para dinamizar a economía, y las nuevas leyes carentes de sentido común que llevan a una situación de mayores injusticias y mayor inseguridad.
Por lo menos resaltó la Constitución, como el instrumento de la unidad de lo que es la patria común de todos los españoles, y la garantía de ciertos derechos y libertades individuales que la Carta Magna supone. Lo digo porque muchos cosas que se quieren implementar por indicación de la Agenda 2030, la lucha contra el supuesto cambio climático, la obligación de vacunación y pasaportes que certifiquen lo mismo, y la digitalización obligatoria de toda la sociedad española, son cuestiones claramente inconstitucionales que se tendrían que hacer mirar bien.
No hay que olvidar que acorde con reputados médicos y científicos, lo del covid no es de mayor importancia que la simple gripe que todos conocemos, que el cambio climático es algo que se exagera pues en realidad estamos por una etapa climática fría que hace siglos que dura, y que los niveles de CO2 de la atmósfera que se pretenden reducir en realidad están muy bajos. Tampoco hay que obviar de las consecuencias terribles en las libertades y derechos individuales de un uso inadecuado de la digitalización y la informática en todas les esferas de la vida social, que hay que poner sus correspondientes límites y quedarse solo con la parte positiva de los avances tecnológicos. Lo digo porque son muchas cosas que parece ignorar, o trata de ocultar Su Majestad, transmitiendo el mensaje equivocado.
No mencionó ni siquiera la inmigración, pese que ya estamos en unos peligrosos límites de reemplazo. Y ese silencio ya habla a gritos por sí solo.
Y en su discurso se dejó ver con la bandera de España, que es lo natural por lo que es y representa, pero a mi modesto entender no quedó bien que también lo hiciera con la bandera de la Unión Europea que es sectaria a favor de determinados intereses que no comulgan con los del común de los ciudadanos, y además no es imparcial. Pues esas dos banderas simbolizaban el mensaje indirecto de “represento a España, pero estoy del lado de la Europa globalista que hace banda con la causa del actual corrupto gobierno de Ucrania, y dicta muchísimas normativas que chocan contra los intereses y soberanía de muchos de los países miembros”. No olvidemos que Rusia, Bielorrusia, Noruega, Islandia, Suiza, Inglaterra, Moldavia, y repúblicas de la antigua Yugoslavia, son también parte de Europa.
Si os fijáis bien, y agrandáis la imagen televisiva, podréis ver por los movimientos de los ojos, que el Rey, pese a tener el cuerpo y la cara quieta, no pronunciaba su discurso por sí mismo, sino que lo leía de una pantalla que tenía en frente de la cámara que lo estaba grabando. En otras palabras, que lo suyo era un discurso que ya venía preparado por terceros.
En realidad un Rey debería de estar por encima de intereses políticos, y preocuparse solo por las libertades y el bienestar de los españoles, exponiendo con claridad la situación y los problemas del momento, junto con la propuesta de soluciones. Porque es líder de su pueblo, lo representa, y debería de ser como alguien más de la familia, como un padre. Si él mismo sabe que el gobierno lo está haciendo muy mal, porque cada día hay más pobreza, inseguridad, y falta de libertades, entonces tendría que saber hacer su correspondiente toque de atención, e informar bien al pueblo español de todo aquello que no informan correctamente los medios de comunicación social. En esto tiene sentido lo de que una nación tenga un Rey, y como son los hechos y no las palabras lo que cuenta, por desgracia en esos momentos España no tiene un Rey como se merece. Una verdadera lástima. A su padre lo llamaban “el campechano”, a él “el preparado”, pero cualquier ciudadano español que esté un mínimo preparado, se dará cuenta que de preparado tiene muy poco ( salvo para interpretar su papel de Rey al más puro estilo de Hollywood), y que más bien es un títere que sigue las pautas que le marca el gobierno.