sábado, 28 de octubre de 2017

DESTITUCIÓN DEL GOBIERNO PUIGDEMONT Y CONVOCATORIA DE NUEVAS ELECCIONES AUTONÓMICAS EL 21 DICIEMBRE 2017


La verdad es que sobre este órdago del tira-afloja del contencioso catalán con el resto del Estado Español, cuando Rajoy dijo que iba a convocar nuevas elecciones antes de seis meses, llegué a pensar que efectivamente serían 6 meses, y aún me pareció demasiado poco tiempo. Pensé que en aplicación del artículo 155 de la Constitución, se iba a iniciar un rápido proceso de "caza de brujas" y depuración de responsabilidades en los distintos ámbitos y escalas de la administración catalana tan contaminadas de doctrina secesionista, y una vez conseguido todo esto en esos escasos seis meses, convocatoria de nuevas elecciones autonómicas con las que devolver la normalidad y la legalidad constitucional a Catalunya, siendo además una de las comunidades que más votó en favor de la Constitución Española en aquel ya lejano 6 de diciembre de 1978. Ilegalizando, si cabe, a todos los partidos políticos contrarios a la Constitución, como ocurre en muchos otros países europeos que tienen democracias muy desarrolladas y avanzadas, para devolver un poco más a la normalidad y acabar con los focos de inestabilidad y conflictividad que puedan quedar, no sea que Catalunya se convierta en una especie de nuevo Úlster de los años 70, con todo lo que supone de inestabilidad y violencia callejera.

 

Y me pareció muy poco tiempo esos 6 meses, porque ya los antiguos romanos cuando pasaban por épocas de graves crisis políticas y económicas, disponían de la figura legal del Dictador que recibía todos los poderes del resto de todas las instituciones gubernamentales romanas, aparte de cualquier tipo de inmunidad, con el objetivo de que resolviera la crisis en un plano que generalmente solía ser  de entre los 6 meses y los 2 años, plazo de tiempo tras el cual devolvía todos sus poderes al Senado y demás instituciones públicas romanas. Fuera una guerra, una grave crisis económica, una catástrofe natural, una paralización de las funciones públicas, un contencioso entre los distintos órganos de poder público, etc...., el Dictador tenía todos los poderes para resolverlo, y sin que se le discutiera ni le cuestionara nada, y esto en cierto sentido es bueno tener esos poderes de decisión para resolver rápido y bien los problemas que requieren inmediata atención y resolución. Es pues, un caso similar que hubiera hecho falta en Catalunya, lugar donde la deriva secesionista de la que nadie hacía caso ni daba importancia, empezó a ser algo que se estaba escapando de las manos después de décadas de adoctrinamiento escolar e institucional en favor de una independencia y en contra de la identidad española, ayudado con toda la propaganda de los medios de comunicación social (televisiones, radios y prensa escrita) abundantemente subvencionados desde la propia Generalitat que la mayor parte del tiempo estuvo bajo gobiernos nacionalistas (el germen de los futuros separatistas).



Y es que la diferencia entre una Democracia y una Dictadura tiene sus ventajas e inconvenientes: A la hora de decidir y solucionar problemas, una democracia tiene sus tiempos marcados por su Constitución, su Estatuto de Autonomía, y demás leyes, y lo mismo el poder judicial, que como sabemos la justicia siempre va muy lenta. Y mientras las democracias van así con los tiempos y plazos que cada cosa exigen, los oportunistas aprovechan para ganar tiempo y posiciones en favor de sus propios intereses. Mientras que en una Dictadura (y hasta en los casos de Golpe de Estado), las decisiones y resoluciones de problemas pueden ser de efectos inmediatos. Por eso, por ejemplo, el Caudillo Francisco Franco, en su calidad de Dictador tenía tanta facilidad para construir carreteras e inaugurar pantanos (lo que proporcionó agua y electricidad abundantes a los ciudadanos) y con muy poco dinero; mientras que la Democracia no ha podido construir aparentemente ningún otro pantano (pese a tener agua escasa y además ahora muy cara, y lo mismo electricidad muy cara y a veces con apagones en zonas turísticas durante la temporada alta), y en el caso de las carreteras ya tienen sus propias dificultades de construirlas y encima con un presupuesto carísimo que siempre acaba por inflarse con más sobrecostes. Como dije: democracia y dictadura: cada cosa tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y puede ser bueno para una cosa y mala para la otra. Por eso en democracia muchos problemas acostumbran a eternizarse (en especial los políticos), mientras que en dictadura se pueden resolver con rapidez aunque sea a costa de un precio muy alto a pagar.



Pero parece que al presidente español, Mariano Rajoy, conocido por su famosa pasividad, debilidad e indecisión a la hora de afrontar los problemas, creyendo que sin hacer nada ya se arreglan por si solos los problemas, pensó que con quitar a Puigdemont y su gobierno de separatistas, y convocar nuevas elecciones para el 21 de diciembre, víspera de las fiestas navidades, iba a hacer el nuevo regalo de año nuevo para los catalanes, y que las cosas así ya volvían por sí solas a la normalidad. Creo que ha sido un garrafal error, pero ahora ya no hay marcha atrás. Ahora todo quedará en cómo salgan los nuevos resultados electorales en Cataluña, que es posible que el partido de Puigdemont sufra un descalabro, tal vez también un voto de castigo la ERC de Junqueras (aunque no parecen indicar eso las encuestas), otro voto de castigo a los comunes de Colau coaligada con Iglesias de PODEMOS, quizás también los radicales separatistas anarco-comunistas antisistema de la CUP, y puede que también algo de voto de castigo para los socialistas del PSC-PSOE, y en contrapartida fuerte ascenso de Ciudadanos de Inés Arrimadas y el PP de García Albiol. Quizás con mayor presencia en el parlamento catalán de los partidos constitucionalistas se normalice un poco las cosas y las aguas vuelvan a su cauce. Pero si inevitablemente se repiten los anteriores resultados con fuerte presencia de separatistas, puede que volvamos a lo mismo y entonces el 155 tenga que aplicarse mucho más en serio y no tan a la ligera como recientemente se lo ha tomado Mariano Rajoy, quizás presionado por el PSOE de Sánchez y Ciudadanos de Albert Rivera que pedían unas prontas elecciones autonómicas, y con eso no dan ni tiempo a los jueces a actuar bien contra los que se saltaron las leyes por la torera y con ello violaron los derechos y las libertades de muchísimos ciudadanos que han tenido que sufrir ese proceso separatista. Porque si hay que repetir otra vez el uso del artículo 155 constitucional, esta vez va a requerir mucho más tiempo, y me temo que en este caso para un mínimo de 2 años, y aún teniendo suerte de que haya un gobierno nacional estable en Madrid. Lástima que para un caso grave así no hayamos aprendido de los romanos disponiendo en nuestro ordenamiento jurídico el recurso extremo de dictadura temporal.




El problema de Cataluña es que ahora está dividida entre los partidarios de la independencia, los que desean seguir siendo parte de la familia española, los que son indiferentes, y el cada vez más poderoso y numeroso grupo de musulmanes, con toda la dinámica de conflictividad que ello supone, y naturalmente que esto no es nada bueno para una nación. Pero los problemas del desempleo, la precariedad laboral, los altos impuestos, la falta cada vez mayor de libertades, la inseguridad ciudadana, la sanidad cada vez de peor calidad, la educación manipulada y falseada, la incertidumbre de las pensiones, etc...., nos son problemas comunes para todos. En Bélgica, por ejemplo, igual sobreviven pese a las divisiones entre flamencos, valones y la inmigración musulmana. Es hora de preguntarse y proponerse, pues: pese a esas diferencias problemas que hay encima, si en Cataluña podremos seguir adelante y conviviendo en paz con un mínimo de paciencia, cordura y sensatez, volviendo a eso que se ha ido perdiendo cada vez más: el famoso "seny" catalán (es decir cordura y sensatez). Lo que sí veo claro, de momento, es que la conflictividad y el enfrentamiento estarán servidos por mucho tiempo en Catalunya, con todas las hostilidades que ello supone (y sin olvidar el coste económico que todos terminaremos pagando) . Trágico y lamentable,  por cierto, y todo por culpa de unos políticos miopes, cortos de miras, poco preparados y poco sensatos, y por si fuera poco, además con muy poco sentido del patriotismo. Pero es lo que tenemos.....


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