Menuda justicia que es un cachondeo: la madre con su actitud
hembrista e irresponsable satisfecha con su venganza al denunciar al padre de
su retoño y el hijo expuesto a ser consentido y presto para hacer lo que le dé
la gana. Aparte que la pena impuesta por el tribunal es también toda una
invitación para que el padre abandone al hijo tirano, y en realidad no hay nada
peor para un hijo que su padre le abandone. Pero luego inevitablemente podrá
venir lo peor para el hijo: al ser un consentido de todo: de quedarse con lo
ajeno, de hacer lo que quiera y que el padre no pueda corregirlo, será la
propia vida y la propia sociedad la que le dará de tremendas y peores "bofetadas"
y estas no habrá juzgado que pueda corregirle ni protegerle (como igual tampoco
protegía a su propio padre metiéndolo un tiempo en la cárcel). Recibirá las
bofetadas del desempleo, de los acosos laborales, del despido, de las mujeres
cuando las maltrate, de la exclusión cuando nadie quiera saber de él ni tenerlo
como amistad, y de la propia justicia cuando le metan a él en la cárcel ante
los robos a los que ya se ha acostumbrado desde que era un menor y a los
seguros maltratos a los que se aplicará con los demás al creerse con derecho a
hacer todo lo que le dé la gana sin
saber ver los límites de las cosas. Pobre chaval: los castigos ya le vendrán
por si solos, y pobre padre que es tan sólo el titular carnal de un hijo que
tiene por seguro ser un condenado desgraciado por no recibir la adecuada
educación a tiempo ni entender el concepto de la responsabilidad en discernir
lo que está bien de lo que está mal. Como siempre, cuando la justicia es
injusta, y los jueces carecen de ética y sentido de la responsabilidad porque
les resulta más cómodo juzgar del modo corruptible, son muchos los que acaban
pagando las consecuencias de una forma u otra.
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