(…) El papa Francisco consideró que suministrar
armas a Ucrania para la autodefensa es moralmente aceptable
(…)
“La legítima defensa no sólo es lícita sino también una expresión de amor a la
patria”, declaró el Sumo Pontífice.
¿Otra vez te pillamos pecando, Santidad?. ¡Corra rápido a
confesarse, antes de que sea tarde para no salvarse!.
Ni las armas para matar al prójimo, ni las guerras son algo “moralmente
aceptable” desde un punto de vista cristiano, Santidad.
Cuando era niño y de pequeño los capellanes me enseñaban
religión católica en la escuela, me dijeron que yo “era cristiano por la Gracia
de Dios”.
Me enseñaron los capellanes católicos, que uno de los 10
Sagrados Mandamientos de la Ley de Dios, el número 5 dice: “No matarás”. Con lo que matar es pecado ( y muy horrible
ese pecado, Santidad, sobretodo cuando es contra el inocente o la víctima).
Aparte, los capellanes católicos también me enseñaron que el
bueno de Jesucristo Nuestro Señor, el Hijo de Dios Padre y uno de los tres
socios de la Santísima Trinidad, nos
recomendó “amaros los unos a los otros como yo os he amado”, y “amarás al prójimo
como a ti mismo”. Te pasas meses leyendo la Biblia entre Antiguos y Nuevos
Testamentos, y al final todo se resume en “amar al prójimo como te amas a ti mismo,
o como mínimo como lo hacía el Santo Cristo Nuestro Señor”.
Y en el Catecismo del Padre Ripalda ( el de mis tiempos para
prepararte en hacer la Comunión), dice más o menos mismo o parecido mensaje.
En consecuencia, aunque no se recomienda meter Iglesia con
Estado, es decir, religión con política, por lo menos la diplomacia vaticana,
en representación de un santo Papa cristiano católico, debería predicar la paz
y el amor, todo lo contrario de la guerra y esa violencia de matarse entre
hermanos ( si es que todos somos hijos de Dios), con esos horribles
instrumentos de matanza humana que llaman armas.
Venga, a confesarte enseguida, Bergoglio, antes de que el
resto de los capellanes y la Virgen María se enfaden por ese tipo de
declaraciones que no son propias de un buen cristiano. Rectificar es de sabios,
y Dios lo perdona ( como se supone que lo perdona todo). Y mientras tanto el
resto de los hermanos ¡a rezar!, no sea que el mundo se acabe pronto.
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